Ahora los tristes, los parados, los desahuciados, los desilusionados pueden llamar a un paladín en su auxilio: la química. En
todas las épocas los humanos han intentado huir de una realidad llena de
problemas, de contratiempos, de un mundo que se empeñaba en llevar la
contraria. Para ello se han utilizado un sin fin de brebajes, sólos o unidos a un grupo de semejantes. Pero, todas estas
drogas, más o menos legales, nunca han sido inocuas. Casi siempre han causado efectos secundarios en la salud, y muy frecuentemente ha habido que tomarlas en
clandestinidad, lo que dicho sea de paso, también colaboraba a darles otro tipo de emoción.
Por eso, desde hace años se intenta buscar la droga perfecta. Adquirida legalmente,
y que permita un aterrizaje suave después de un plácido vuelo.
Aldous Huxley encontró una droga
ficticia a la que llamó soma. “Medio
gramo de soma para un asueto, un gramo para un fin de semana y curar diez
sentimientos melancólicos, dos gramos para el Bello Oriente, tres para una
oscura eternidad en la Luna”. En su mundo
feliz, el Estado se encarga de abastecer a la población de soma para
relajar las tensiones sociales.
Este año hace veinticinco desde que
se lanzó el Prozac, la pastilla de la felicidad. Este inhibidor de la
serotonina, causó en su día un gran revuelo, y pretendió ser la solución
mágica, el soma llevado a la
realidad. Tiempo después, algunos estudios manifiestan que para los casos de
depresión leve o moderada, actúa de la misma forma que lo haría un placebo,
esto es una sustancia sin contenido, pero que causa consecuencias físicas positivas.
Ahora se ha dado un paso más en esta
lucha por la liberar los sentimientos negativos. La Universidad de
Emory, en Atlanta, está desarrollando la molécula que lucha contra el miedo. Este
que suele afectar a personas que han sufrido un accidente aéreo, se han visto
involucrados en una guerra, y tantos otros que disminuyen o anulan la
conciencia del que los sufre. Este principio del siglo XXI está instalando a la
sociedad en el miedo al futuro. A lo más reciente, perdida de trabajo, desahucio
por impago de la hipoteca, a lo más lejano ausencia de pensión,
problemas de salud, medio ambiente y tantos otros. El miedo inhabilita para la toma de
decisiones, y hace caer en una espiral de la que es difícil salir. La química acude en auxilio de todos los que sufren miedo, y ya no sólo para evadirse en otros mundos, sino para no asustarse en éste. Perdido el trabajo, con el desahucio en
la puerta de casa, al menos sabremos que no tendremos miedo a las
consecuencias. Los estudios no dicen si esta ausencia de temor, servirá para
luchar o será una manera de conformarnos con el presente y el incierto futuro,
una nueva droga que nos deje relajados frente a la adversidad.
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