Unos niños hacen puntería arrojando piedras sobre unas
viejas vasijas. Vienen a menudo a jugar al destruido castillo de Lebus en Alemania, y a su entorno horadado por los cráteres de las
bombas en la segunda guerra mundial. Una investigadora conoce su importancia, y convence a los niños
de que recojan restos de vasijas, al precio de un caramelo cada una.
Su valor es incalculable, forman parte del tesoro que
Shielman, descubrió en sus excavaciones en Troya, y
que ante la inminencia de la guerra se escondió en varios refugios. En 1946,
cuando los niños obtenían su botín de chucherías, la mayor parte del tesoro se
daba por perdida. Casi cincuenta años después aparece en Rusia, que se niega
a devolverla, considerando que le pertenece por los daños de la
guerra.
Y es que los tesoros generalmente aparecen alguna vez,
es cuestión de tiempo. Más de 4.000 años estuvo escondido el de Troya,
hasta que después de veinte años de excavaciones en el mismo lugar lo halló Shielman.
Sobre el lugar se habáin amontonado hasta ocho estratos de construcciones,
palacios, almacenes, casas, construidos y destruidos por
guerras, incendios, terremotos, y vueltos a construir. Cuando ya no eran sino
una montaña de escombros y tierra, apareceieron las vasijas y las joyas de oro
enterradas.
Podemos estar tranquilos, no se necesitará tanto
tiempo para que aparezca lo que han escondido nuestros políticos corruptos.
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