jueves, 20 de febrero de 2014

El Puzle


Apenas han aparecido las primeras luces, y ya empezamos a ensamblar el puzle. Ya antes de levantarnos, las piezas se agolpaban en nuestra mente. Nos ponemos en pie y dejamos colocada la primera pieza, la ropa que vestiremos hoy. Durante la ducha, continuamos intentando ordenarlas. Algunas ya las dejamos para el día siguiente, otras para dentro de un rato. Es un rompecabezas que no para de crecer, apenas hemos cerrado una parte, cuando se incorporan nuevas piezas. La mayor parte del tiempo la ocupamos en ordenar una y otra vez las mismas piezas. En unas pocas zonas nos detenemos, nos recreamos con placer, es la parte querida de nuestra vida. Estas piezas de colores brillantes algunas veces surgen de improviso, en otras ocasiones no paramos de buscarlas. Nos llena de satisfacción la aparición de una pieza que creíamos extraviada definitivamente, y que ahora está ahí delante, cercana.

Pero, volvemos la vista al otro lado de la mesa y el puzle,  cuidadosamente ensamblado la semana anterior, esta desecho. Ese conjunto de piezas grises, padece de la maldición de Sísifo, el que fue castigado por los dioses a empujar una pesada piedra a lo alto de la montaña, para que antes de que alcanzase la cima rodara hasta el inicio, y vuelta a empezar eternamente. Bueno, ahora hemos conseguido recomponerlo, con ese equilibrio inestable que nos permite apartar por un momento la vista.

¿Y que vemos al otro lado de la mesa?. Ha aparecido una pieza nueva. Es brillante y nos incita a abandonarlo todo y ocuparnos de ella. Al acercarnos, sus contornos se delinean con claridad. Su brillo es cegador, y nos llena de temor. Es esa persona siempre deseada a lo que nunca se lo dijimos, esa idea que ronda varios años nuestra mente, ese anhelo siempre oculto. Y ahora está ahí. Pero no, dejémoslo en su sitio, y volvamos otra vez a las piezas grises, que se han vuelto a desordenar. Mientras recomponemos lo tantas veces desecho, el brillo de la pieza no para de crecer. Nos levantamos de la silla, cogemos la pieza que inunda de luz nuestra mano y salimos de la casa. Ahora sólo tenemos un pensamiento, buscar otra mesa y montar otro puzle.