sábado, 27 de julio de 2013

CAOS Y ORDEN



En el principio fue el caos. Todos los planetas, los cometas, el sistema solar nacieron de una nube de polvo y gas. Hicieron falta millones de años para que, lentamente, se fuera delineando como es hoy. Los cráteres de los planetas atestiguan las cicatrices que en ese largo periodo quedaron en la superficie, algunos muy profundos.

Tumbada en la cama su mirada se detuvo en la foto de una nube de fuego que se estrellaba contra el hasta entonces un apacible planeta. El impacto era colosal, y se desprendían partículas en todas direcciones. Al lado, el teléfono móvil emitía con regularidad parpadeos, indicando que un nuevo mensaje había entrado. Ensimismada leía: “El Gran Bombardeo Tardío de la Tierra pudo ser el resultado de una fuerte alteración de las órbitas planetarias que hizo que Neptuno y Urano trastocaran un cinturón de cometas, y Jupiter el cinturón de asteroides”. Mientras miraba el techo, pensaba como se había alterado todo su mundo. La llegada de las vacaciones, y la ruptura con Pedro la mantenían en su casa una semana. Sólo veía un enorme caos en el exterior. Ya nunca podría sentir igual que este primer amor. Su futura entrada en la Universidad le producía vértigo, y sentía como sus hasta ahora amigas en el fondo se alegraban de lo que todo el curso les había producido envidia.

La llamada de su madre a cenar, la hizo volver a las imágenes de la revista. “En los primeros tiempos del sistema solar, Neptuno estaba más cerca del Sol. La potente gravedad del planeta, originaba que los cuerpos que se le aproximaran eran arrojados hacia el Sol o expulsados del Sistema Solar”. En ese maravilloso año que había pasado la unión con Pedro no había tenido fisuras, y ella había sido su Sol, su única atracción. Paro ahora, no se explicaba porque se había trastocado ese orden del Universo, porque esa maldita llamada de él, diciendo que necesitaba tiempo.

Ahora la voz de su madre era más apremiante. Cuando ya cerraba la revista, se detuvo en la foto de un artilugio y leyó: “Los antiguos planetarios de mesa representaban un sistema predecible, donde los planetas giraban eternamente en torno al Sol. Hoy se sabe que la realidad es azarosa, y en millones de años las órbitas podrán llevar a un nuevo caos”.  Ahora lo entendía todo: sólo era situar su sistema de planetas, y mantenerlo en equilibrio. Sin duda habría otro Neptuno, otros planetas menores. Un planetario ordenado. Se dirigió al armario y decidió que esa noche saldría con el vestido rojo, cogió el móvil y llamó.
 

 

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