martes, 2 de abril de 2013

¡PARTICIPAD!


Un fantasma recorre España: la participación de la gente en los temas que les afectan. Eso que parece algo normal estaba lejos de serlo hasta la fecha.

Los años del bienestar fueron los de la anestesia. El país quedó en manos de políticos profesionalizados, sindicalistas liberados y toda suerte de gestores recién llegados. Se formó una casta de dirigentes acomodados, conformistas con el único horizonte de su propia continuidad, y en demasiadas ocasiones su enriquecimiento personal. Sin ideologías a la vista y con el pueblo consagrado al consumo, la clase dirigente se encontró con las manos libres. No sólo encontraron ellos un trabajo, para el que la mayoría de las veces no estaban cualificados,también se lo proporcionaron a amigos y familiares y engrosaron sus cuentas personales. El campo de actuación aumentó exponencialmente con la llegada de autonomías, empresas públicas, representaciones en el exterior y toda una serie de figuras que no dejaban de engordar un sector que de público sólo tenía el nombre.

Pero el radical vuelco que dio la economía acabó generando indignación, y ésta saco la gente a la calle. El 15-M fue un revulsivo contra toda una clase política que ya no representaba a aquellos que la habían elegido. La democracia en su formulación actual había dejado de ser el sistema perfecto. Sin embargo, el eco de  las mediáticas acampadas en la Puerta del Sol y otras plazas se fue extinguiendo, en gran parte porque su base era más un estado anímico, el descontento, que la formulación de unas líneas de actuación. Volvieron a salir eslóganes como el del mayo del 68 frances “Seamos realistas, pidamos lo imposible”. Sus protagonistas, en gran parte, fueron jóvenes que veían amenazado su futuro, con una gran dosis de idealismo.

Ahora se ha llegado a la siguiente fase. Los problemas se han incrementado, y afectan a todas la capas de la sociedad. En la calle se encuentra la pareja que va a ser desahuciada, con el joven licenciado que reclama su primer empleo, con el jubilado que ha perdido sus ahorros con las preferentes, y con el despedido después de toda una vida en la misma empresa, y sin ningún horizonte laboral. El cirujano al que cierran quirófanos, con el maestro sin plaza y el policía con recortes.

Y ya han empezado a surgir las primeras formas de canalizar esta indignación. Se recogen miles de firmas para el tema de los desahucios, las tasas judiciales. Se persigue a los politicos en sus domicilios.  Se está utilizando masivamente la Iniciativa Legislativa Popular, esta figura jurídica recogida en la Constitución, por el que el ciudadano puede presentar proposiciones de ley, sin ser representante político, reuniendo determinadas firmas. Son personas que están dispuestos a que cambie la Ley, y en el sentido que debe hacerlo.

Ha llegado el momento de reinventar el sistema político actual, y de cambiar a sus actores. En la antigua Grecia, con poblaciones muy escasas, se encontraron formulas para que el ciudadano participara en la política. De ello da cuenta el hecho de que de 40.000 ciudadanos de pleno derecho, 6.000 de ellos participaban en la Asamblea, que se reunía 40 veces al año. Ni el sistema era perfecto, ni puede extrapolarse a hoy día, pero si hacer reflexionar sobre el hecho de que es necesario encontrar vías de participación de todos los ciudadano en los asuntos públicos.

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Se ha acabado el tiempo de considerar a la democracia como la concebimos hoy, un sistema inalterable. La gente está más informada que nunca, y reclama participación en los asuntos que les afectan. La búsqueda de los cauces para hacerlo es una tarea que corresponde a todos los que hoy están indignados y quieren participar en el cambio que se avecina.

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