miércoles, 17 de abril de 2013

Un punto rojo en la Venus



La Gioconda de Leonardo da Vinci es un cuadro pequeñito, medio metro de ancho por un poco más de alto, pero el más famoso del mundo. Millones de personas acuden cada año al museo del Louvre en París para contemplarlo. Allí se encuentra colgado, ocupando todo una gran pared de una inmensa sala. Está protegido por un cristal antibalas, a un metro una barrera impide acercarse, a su vez dos vigilantes impiden la aproximación a la barrera a menos de otro metro. El resultado es que el espectador que trás un buen rato de esperas y codazos, ha logrado instalarse frente al cuadro apenas advierte sus trazos.
 
Detrás de ese privilegiado primer espectador se agolpan otros cientos de personas. Provistos de pequeñas cámaras digitales, teléfonos moviles y artilugios de filmación intentan tomar imposibles imágenes de la obra de arte. La mayoría no consiguen llegar a la primera linea, en su apresurada visita al museo. Con sus sentidos embotados por la acumulación de obras de arte, se limitan a disparar sin cesar la cámara por encima de sus cabezas, sin saber lo que hay enfrente. Silenciosos chinos, ruidosos italianos y españoles, taciturnos alemanes, todos quieren encontrarse con el mito. Deben protegerse además contra los carteristas, que circulan a sus anchas por este entorno favorable, sin que los mil vigilantes con que cuenta el museo sean suficientes para frenarlos. O sea, el espectador debe elegir entre abstraerse frente al cuadro, olvidándose del mundo, o luchar por los primeros puestos a la vez que vigila su cartera.
Pero esta no es la única forma de deleitarse con el arte. Google Art Project es un proyecto del gigante de la comunicación, que pretende llevar los museos al ordenador. Ha digitalizado y ofrece 40.000 obras de arte a 7.000 millones de pixeles, lo suficiente para ver que la perfecta diosa que Boticelli pintó en su Nacimiento de Venus, tiene una imperfección en su barbilla. Un pequeño punto rojo, grano o simple mancha de pintura. Podemos pensar en ello, mientras damos un sorbo al cafe, elevamos la vista del ordenador y cerramos los ojos.
 
 

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