jueves, 21 de febrero de 2013

El fantasma

Al principio, claro está, no sabía que se había convertido en un fantasma. No había mediado tiempo desde el instante en que su moto perdió el control circulando a 220 por la autopista. Al incorporarse le resultó insólito que no tuviera señal alguna del accidente. ¡Que suerte, podía contarlo¡. Supo que ya no estaba entre los vivos al intentar coger la moto, sus manos traspasaban el manillar, el depositó era aire. El siempre había sido un tipo tranquilo y se lo tomó con calma.
Miró alrededor, sin ver un sólo coche, sólo una estupenda autopista que también, pensó, sería fantasma. Comenzó a andar hacia un gran edificio, de diseño, con láminas metálicas. Era un aeropuerto, también fantasma, no había aviones, ni pasajeros, ni personal, a pesar de que estaba impecable, aunque unas pocas hierbas asomaban entre el cemento. Se dirigió entonces a un grupo de casas que divisó a lo lejos, con la esperanza de que se encontraran allí otros fantasmas como él. Nada, eran cientos y todas estaban vacías, a pesar de estar dispuestas para ocuparse, cercanas a un campo de golf sin jugadores.
De pronto recordó que se encontraba en Murcia, cercano a la costa. Reconoció la autopista sin coches, y en concurso de acreedores, el aeropuerto sin estrenar por falta de vuelos, al igual que la urbanización y el campo de golf por falta de personas. ¿Que mejor sitio para un fantasma?.


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