jueves, 14 de febrero de 2013

Mirando hacia arriba

Hubo un día en que alguién miró hacia arriba, y pensó que era posible que en el cielo sólo hubiera estrellas, y no dioses. Ocurrió hace varios miles de años, pero calló porque en su poblado todos adoraban al dios del sol, al que daba fuerza para la caza y al que procuraba buenas cosechas. Muchos permanecieron siglos después en silencio, cuando oían hablar desde los púlpitos lo que no compartían, cuando pensaban que era posible que fuera la tierra la que girara alrrededor del sol, y no al contrario, cuando pensaban que el poder de su rey o caudillo no venía de Dios, como ellos decían. 
 
Durante mucho tiempo todo parecía seguir un curso natural. El que se encontraba al frente, siempre encontraba los resortes suficientes para perpetuar su propio poder y extender la creencia de que no podía hacerse nada para cambiar el fluir de la historia. Pero hoy el descendiente de aquel que un día miró hacia arriba con escepticismo,  está inmerso en un aluvión de noticias diarias, se relaciona con sus semejantes de cualquier punto de este hoy pequeño mundo. Ve como  presidentes de naciones, poderosos banqueros, reyes se guian por los mismo sentimientos y miserias que él, que son de su misma pasta. Y ve como van cayendo del poder, porque ya no es posible mantener nada en silencio.
 
En medio de esta lluvia de información, ha caido el último semidios, que ya no es sino un hombre cansado, enfermo y angustiado. Ahora que ya han desaparecido todos los mitos en la tierra, el descendiente del que miraba a las estrellas vuelve a mirar hacia arriba y se siente sólo.

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