miércoles, 20 de febrero de 2013

El folio


Imaginemos un folio en blanco, que hemos situado en forma horizontal. Vamos a analizar nuestra economía. Tracemos una primera línea en sentido vertical con la que delimitaremos un espacio que ocupará, en muchos casos, poco menos de la mitad del folio, dedicado a lo que de nuestro sueldo utilizamos en pagar la hipoteca. Una segunda línea, para un espacio de dos dedos de ancho aproximadamente, a los gastos de luz, agua, gas, teléfono, comunidad, todos ellos tan inevitables como el anterior. Otros tres dedos de ancho corresponden a la alimentación, limpieza y aseo. Con el espacio sobrante, llamémosle capitulo de varios, haremos frente a cualquier otro gasto, ropa, colegios, ocio, imprevistos y un improbable ahorro.

Pues bien, imaginemos un recorte de sueldo que ocupe un espacio de entre uno y dos dedos, o sea en torno al ocho por cierto, normal en estos tiempos donde no se considera descabellado recortes del veinte por ciento. Acomodemos ahora nuestros gastos a nuestros nuevos ingresos en el folio. El espacio que ocupan la hipoteca y los suministros permanecerá inalterable, pues los pequeños ahorros que obtendremos apagando más la luz, llamando menos por teléfono, o cortando antes el agua de la ducha, se compensarán con la subida de las tarifas, que funcionan en condición de monopolio. En alimentación ya habíamos prescindido de los lujos, y nuestra cesta de la compra la ocupan las marcas blancas.

Nuestro margen de actuación sólo puede situarse sobre el capítulo de varios. El ahorro desapareció hace tiempo, y ya no queda remanente para cambiar el coche o el sillón del comedor, la televisión o comprar un abrigo nuevo. Nuestro carácter mediterráneo nos hace que, aunque menos, sigamos acudiendo a los bares. Porque cuando se ve derrumbarse lo que tantos años de esfuerzo se ha tardado en conseguir, nos resistimos a encerrarnos, y queremos seguir compartir pequeñas alegrías con los amigos.

¿Y todo esto hasta cuándo? Volvamos a mirar el folio, y comprobaremos que gran parte del mismo está ocupado por la economía financiera, los suministros en manos de grandes compañías, igual que la alimentación por grandes cadenas. Con este pequeño espacio que ha quedado, cada vez resulta más complicado que la economía vaya creciendo, todo lo contrario a corto y medio plazo. Si no existe excedente para el gasto, no hay inversión y no hay crecimiento, y no saldremos de este terrible espiral.

Para cada vez más familias llega el momento, de que, con el folio delante, no pueden hacer frente al espacio de la hipoteca. Y esa ya es otra historia.

1 comentario: